OPCIÓN A
CUESTIONES:
1.
Conquista y romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la
cultura hispánica.
La conquista de la Península Ibérica por Roma se inició con
la Segunda Guerra Púnica
(219-201 a.C.)- siguió la campaña de Catón en 195 a.C. para
reprimir las sublevaciones indígenas, las guerras contra los lusitanos
(Viriato), la conquista de Numancia en 134 a.C. (centro y oeste) y finalizó con
las guerras cántabro-astures dirigidas por Augusto y que finalizaron en el año
19 a. C. (norte).
La romanización: es el proceso de asimilación cultural de los modos de vida
romanos por parte de los pueblos indígenas. Los principales focos de
romanización fueron las ciudades; sus principales difusores los soldados y los
comerciantes y sus hechos más destacados :
La legua latina: se impuso inicialmente en las ciudades y, más tarde, en las
zonas rurales, donde se mezcló con las lenguas autóctonas. Aparece así el
denominado latín vulgar, del que derivan las lenguas romances (castellano,
francés, italiano…). En España nacieron filósofos y literatos como Séneca,
Lucano y Quintiliano, cuyo idioma era el latín.
El derecho romano: que defendía los derechos del individuo, especialmente el
de propiedad.
La religión de Roma: incluido el culto al emperador. A pesar de ello, las
creencias autóctonas no desaparecieron. Así mismo llegaron a España religiones
como el cristianismo y otras del Mediterráneo oriental, como el culto a Mitra o
a Isis.
La cultura romana tuvo un carácter eminentemente
práctico y por ello fueron grandes ingenieros y grandes
constructores de obras públicas. En la península podemos destacar los
siguientes ejemplos:
Múltiples puentes como
el de Alcántara o Mérida.
Además de estas obras públicas, Roma dejó importantes obras
artísticas de utilidad pública como:
La dominación de Roma dejó en Hispania una tupida red
urbana (Tarraco, Cesar Augusta, Emerita, Toletum…) ligada
por un complejo
sistema de calzadas y otras infraestructuras públicas. Las
construcciones monumentales: templos como el de Diana, en Mérida; foros y
teatros como los de Mérida y Sagunto; anfiteatros como los de Itálica y
Tarragona; puentes como el de Alcántara sobre el río Tajo o el de Mérida sobre
el Guadiana; pantanos como el de Proserpina, en Mérida, y acueductos como los
de Segovia y Mérida. Las calzadas: red de caminos empedrados, construidos por
el ejército, que comunicaban las ciudades y por los que transitaban mercancías,
viajeros y tropas. Las rutas principales eran la Vía August, con ciudades
importantes como Tarragona, Cartagena, Sevilla y Cádiz, y la Vía de la Plata, donde
se encontraban Astorga, Cáparra y Mérida, entre otras ciudades
2. . Los reinos cristianos en la baja
edad media: organización política e instituciones en el reino de Castilla y en
la Corona de Aragón.
A) LA CORONA DE CASTILLA:
En la zona
occidental de la península aparecieron tres grandes núcleos políticos: los
reinos de Portugal, León y Castilla. Portugal siguió una historia diferenciada,
y León y Castilla vivieron un complejo proceso en el que ambas
coronas se unieron y desunieron a lo largo de los siglos XI y XII. Finalmente
con Fernando III
de Castilla tuvo lugar la unión definitiva en el 1230.
La
organización territorial del reino era muy compleja. Dentro del reino de
Castilla existía el reino de Galicia, el señorío de Vizcaya y los territorios
de Álava y Guipúzcoa. Así el monarca tenía los títulos de Rey de Castilla,
León, señor de Vizcaya...
La historia
política de los siglos XIV y XV fue realmente compleja y estuvo llena de crisis.
Al fortalecimiento del poder real conseguido por Alfonso XI con la aprobación
del Ordenamiento
de Alcalá en 1348, le sucedió una
brutal crisis con la guerra civil entre el Pedro I el Cruel y Enrique II de
Trastámara. La victoria de este último trajo una nueva dinastía,
los Trastámara,
al poder y el fortalecimiento del poder nobiliar ("las mercedes
enriqueñas").
Castilla
fracasó en su intento de anexión de Portugal en la batalla de
Aljubarrota(1385).
En el siglo
XV, los reinados de Juan II y Enrique IV vieron importantes conflictos internos
en los que la nobleza reforzó sus posiciones. A Enrique IV le sucedió su
hermana Isabel de Castilla, la futura Isabel la Católica.
El rey se
veía asistido en su acción de gobierno por diversas instituciones centrales: el
Consejo Real,
la Audiencia,
encargada de la administración de justicia, y la Real Hacienda,
encargada de los impuestos.
En estos
siglos se fueron construyendo dos instituciones claves para el poder real: un Ejército
Real permanente y una Burocracia cada vez más
compleja, formada por letrados, expertos preparados en las
universidades.
En el siglo
XII (1188) nacieron las Cortes, asamblea
estamental formada por representantes de la nobleza, el clero y las ciudades.
Este organismo carecía de poder legislativo pero decidía sobre los impuestos
extraordinarios y tenía la capacidad de presentar peticiones al rey.
La
administración local se basó en la institución de los Concejos. Los
Concejos o Ayuntamientos terminaron bajo el control de las oligarquías urbanas
(nobleza, clero, burgueses).
B) LA CORONA
DE ARAGÓN:
El reino de Aragón más que un reino unificado fue
una confederación de reinos, Aragón, Valencia y Mallorca, y el
Principado de Cataluña que poseían distintas instituciones y leyes.
A menudo se caracteriza la monarquía aragonesa como una “monarquía pactista”, en la que el poder del monarca era débil y el rey debía de pactar con los estamentos privilegiados y respetar las leyes de cada reino a la hora de tomar una decisión.
Al frente de cada reino había un lugarteniente del Rey que actuaba como su delegado.
Otras instituciones eran el Consejo Real y la Audiencia.
En el siglo XIII nacieron las Cortes en los reinos de Cataluña, Aragón y Valencia. Fueron organismos independientes en cada reino y fueron adquiriendo un creciente poder.
A menudo se caracteriza la monarquía aragonesa como una “monarquía pactista”, en la que el poder del monarca era débil y el rey debía de pactar con los estamentos privilegiados y respetar las leyes de cada reino a la hora de tomar una decisión.
Al frente de cada reino había un lugarteniente del Rey que actuaba como su delegado.
Otras instituciones eran el Consejo Real y la Audiencia.
En el siglo XIII nacieron las Cortes en los reinos de Cataluña, Aragón y Valencia. Fueron organismos independientes en cada reino y fueron adquiriendo un creciente poder.
Las Cortes eran asambleas estamentales donde se
reunían representantes de los dos estamentos privilegiados y del patriciado
urbano (alta burguesía de las ciudades). Dominadas por la nobleza y el
clero, controlaron el poder del monarca y velaron por los
intereses feudales del clero y la nobleza limitando el poder del monarca.
Las Cortes catalanas crearon una institución, la Diputación del General de Cataluña o Generalitat, que se convirtió de hecho en una especie de gobierno del Principado. En Valencia y Aragón se crearon posteriormente Diputaciones del Reino, instituciones similares a la catalana.
En Aragón existió la institución del Justicia de Aragón, cargo asignado a un miembro de la nobleza que velaba por el mantenimiento de los privilegios estamentales frente al poder del rey.
La Administración territorial se organizó en merindades o veguerías. El órgano de poder en las ciudades fue el municipio que a fines de la Edad Media quedó bajo el control de las oligarquías locales (Concell de Cent de Barcelona).
Las Cortes catalanas crearon una institución, la Diputación del General de Cataluña o Generalitat, que se convirtió de hecho en una especie de gobierno del Principado. En Valencia y Aragón se crearon posteriormente Diputaciones del Reino, instituciones similares a la catalana.
En Aragón existió la institución del Justicia de Aragón, cargo asignado a un miembro de la nobleza que velaba por el mantenimiento de los privilegios estamentales frente al poder del rey.
La Administración territorial se organizó en merindades o veguerías. El órgano de poder en las ciudades fue el municipio que a fines de la Edad Media quedó bajo el control de las oligarquías locales (Concell de Cent de Barcelona).
3 El descubrimiento
de América.
El
descubrimiento de América en 1492 por Cristóbal
Colón fue uno de los hechos más importantes de la historia
europea y condicionó la evolución política, social y económica de los siglos
siguientes.
Es posible
que durante la Edad Media llegasen algunas expediciones nórdicas a
la costa de Norteamérica, pero, ya desde comienzos del siglo XV, portugueses y
castellanos habían iniciado un intento de llegar a Oriente (las Indias),
proveedor de especias y de productos de gran valor, mediante un camino
alternativo a las rutas tradicionales del Mediterráneo oriental.
Las
crecientes dificultades del Imperio Bizantino, que finalmente caería con la
toma por los turcos de Constantinopla en 1453, forzaron a los
europeos occidentales a buscar rutas alternativas a Asia.
Fruto de
estas expediciones fue la conquista castellana de las islas Canarias,
que comenzó en 1402 por la isla de Lanzarote y concluyó en 1496 con la
conquista de Tenerife.
A finales
del siglo XV parecía
claro que los portugueses se habían adelantado a los
castellanos en la conquista de la ruta de las especias y de los metales
preciosos, gracias al dominio que ya ejercían sobre la costa occidental
africana. En este momento, Cristóbal Colón, que había estado a
las órdenes del rey de Portugal, ofreció a los Reyes Católicos el
proyecto de llegar a las Indias siguiendo una ruta hacia el oeste en
lugar de bordeando todo el continente africano. Para poner en práctica su
proyecto, Colón partía de la idea de la esfericidad de la Tierra,
cuestión controvertida en la época. Finalmente, por las Capitulaciones
de Santa Fe, los Reyes Católicos acordaron con Colón el inicio
de la expedición.
El 3 de agosto de 1492 Colón inició su viaje saliendo del puerto de Palos de la Frontera en Huelva. La expedición de tres naves llegó a una pequeña isla de las Antillas el 12 de octubre.
El 3 de agosto de 1492 Colón inició su viaje saliendo del puerto de Palos de la Frontera en Huelva. La expedición de tres naves llegó a una pequeña isla de las Antillas el 12 de octubre.
Durante
mucho tiempo Colón siguió creyendo que había llegado a Asia por la ruta
occidental, pero en realidad se había encontrado con la existencia de un
continente desconocido en Europa: América.
La partición de las zonas de expansión y navegación entre Castilla y Portugal se acordó por el Tratado de Tordesillas (1494). Un meridiano situado a 370 leguas de Cabo Verde separó las dos zonas de influencia: la occidental para Castilla y la oriental para Portugal. De esta manera la costa africana y el actual Brasil quedaron en manos portuguesas, y el resto de América en manos castellanas.
La partición de las zonas de expansión y navegación entre Castilla y Portugal se acordó por el Tratado de Tordesillas (1494). Un meridiano situado a 370 leguas de Cabo Verde separó las dos zonas de influencia: la occidental para Castilla y la oriental para Portugal. De esta manera la costa africana y el actual Brasil quedaron en manos portuguesas, y el resto de América en manos castellanas.
4.El
modelo político de los Austrias. La unión de reinos.
Los Habsburgo o Austrias continuaron y desarrollaron la
organización política heredada de los Reyes Católicos. Procuraron rodearse de letrados, funcionarios expertos en leyes
que no pertenecía a la alta nobleza. De esta manera, apartaron a la
aristocracia del poder de la Corte, permitiendo que el poder político quedara
centralizado en las manos de los monarcas.
La alta nobleza siguió
jugando un papel muy importante, detentaba los altos cargos del ejército,
de la marina y de la diplomacia, pero siempre subordinada a la corona.Castilla se convirtió en el centro del
Imperio. Esto ocurrió en mayor medida con Felipe II que con su padre, Carlos V.
En los demás reinos y posesiones se establecieron Virreyes (Aragón, Indias, Italia) o Gobernadores (Países Bajos, Milán). Estos cargos
fueron ejercidos por altos nobles o miembros de la familia real. El Rey estaba asesorado por los Consejos (sistema polisinodial). Estos podían ser sectoriales (Hacienda…) o territoriales (Castilla,
Aragón, Indias, Italia…). Estaban formados por letrados, nobles y alto clero y
tenían un carácter meramente consultivo. El Rey tenía la última palabra.
Carlos V y Felipe II despacharon los asuntos cotidianamente con consejeros de
su máxima confianza, los Secretarios, que hacían de intermediarios entre el rey y los Consejos.
Algunos, como Antonio Pérez con Felipe II, alcanzaron una gran influencia. La administración territorial mantuvo la estructura heredada de los
Reyes Católicos. Los Corregidores, designados por la corona, tenían
el control de las ciudades. Otros cargos de la burocracia eran los Contadores y
recaudadores de impuestos, y los Alguaciles que hacían funciones de policía.
Las Chancillerías y las Audiencias se encargaron de la administración de justicia.
En 1561,
Felipe II fijó la capital en Madrid. Diversos factores explican esta decisión: La situación central de la
ciudad en la península o las ventajas ambientales (agua, caza…). Esta decisión
provocó el rápido crecimiento de la Villa y Corte, a la vez que la decadencia
de ciudades como Valladolid o Toledo, que eran anteriormente frecuentemente la
sede de la Corte.
.5. La
crisis de 1640.
El enorme esfuerzo
militar que para la Monarquía suponía las continuas guerraseuropeas (Guerra de
los Treinta Años había comenzado en 1618 y las hostilidades con los rebeldes
holandeses se habían reanudado) y la demanda de sacrificios a los reinos que
componían la Corona realizada por la “Unión de Armas” propuesta
por el Conde-Duque de Olivares en 1632
precipitaron la crisis de 1640 con
dos escenarios principales: Cataluña
y Portugal.
El fracaso de Olivares para que las instituciones catalanas aceptaran la “Unión de Armas” no le impidió mandar tropas al Principado al estallar la guerra con Francia. La presencia de tropas castellanas precipitó el estallido de revueltas entre el campesinado catalán. Finalmente el día del Corpus Christi de 1640, grupos de campesinos atacaron Barcelona, asesinaron al virrey y precipitaron la huída de las autoridades.
Asesinado el lugarteniente del rey, representante de las instituciones de la monarquía, la Generalitat presidida por Pau Clarís se puso al frente de la rebelión. Ante el avance de tropas castellanas, los rebeldes aceptaron la soberanía de Francia. Un ejército galo entró en Cataluña y derrotó a las tropas castellanas en Montjüic. El Rosellón y Lérida eran conquistadas en 1642. El dominio de la Francia de Luis XIII y Richelieu acabó con la reconquista del Principado y la caída de Barcelona en 1652. Sin embargo, la Corona Española perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos en 1659.
Aprovechando la crisis catalana, en diciembre de 1640 se inició la rebelión en Portugal.
La falta de ayuda castellana ante los ataques holandeses contra las posesiones portuguesas en Asia y la presencia de castellanos en el gobierno del reino provocó que las clases dirigentes lusas dejaran de ver ventajas en su unión a la Corona española. La rebelión, organizada en torno a la dinastía de los Braganza, se extendió rápidamente.
El apoyo de Francia e Inglaterra, ansiosas de debilitar a España, llevó a que finalmente, Mariana de Austria (madre-regente de Carlos II) acabara reconociendo la independencia de Portugal en 1668.
El fracaso de Olivares para que las instituciones catalanas aceptaran la “Unión de Armas” no le impidió mandar tropas al Principado al estallar la guerra con Francia. La presencia de tropas castellanas precipitó el estallido de revueltas entre el campesinado catalán. Finalmente el día del Corpus Christi de 1640, grupos de campesinos atacaron Barcelona, asesinaron al virrey y precipitaron la huída de las autoridades.
Asesinado el lugarteniente del rey, representante de las instituciones de la monarquía, la Generalitat presidida por Pau Clarís se puso al frente de la rebelión. Ante el avance de tropas castellanas, los rebeldes aceptaron la soberanía de Francia. Un ejército galo entró en Cataluña y derrotó a las tropas castellanas en Montjüic. El Rosellón y Lérida eran conquistadas en 1642. El dominio de la Francia de Luis XIII y Richelieu acabó con la reconquista del Principado y la caída de Barcelona en 1652. Sin embargo, la Corona Española perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos en 1659.
Aprovechando la crisis catalana, en diciembre de 1640 se inició la rebelión en Portugal.
La falta de ayuda castellana ante los ataques holandeses contra las posesiones portuguesas en Asia y la presencia de castellanos en el gobierno del reino provocó que las clases dirigentes lusas dejaran de ver ventajas en su unión a la Corona española. La rebelión, organizada en torno a la dinastía de los Braganza, se extendió rápidamente.
El apoyo de Francia e Inglaterra, ansiosas de debilitar a España, llevó a que finalmente, Mariana de Austria (madre-regente de Carlos II) acabara reconociendo la independencia de Portugal en 1668.
También hubo levantamientos de tinte
separatista en Andalucía, Aragón y
Nápoles.
Pese a ser aplastados todos los movimientos, excepto el portugués, Felipe IV mantuvo los fueros de los diversos reinos.
Pese a ser aplastados todos los movimientos, excepto el portugués, Felipe IV mantuvo los fueros de los diversos reinos.
6. Reformas
en la organización del Estado. La monarquía centralista.
La llegada
de la nueva dinastía borbónica propició importantes cambios en la estructura
del Estado. Estos cambios fueron introducidos esencialmente durante el reinado
de Felipe V (1700-1746) y desarrolladas con Fernando VI (1746-1759) y
Carlos III (1759- 1788), cada uno de los cuales contribuyó a una monarquía
fuerte, centralista y unificada, según el modelo francés. Medidas
centralizadoras, con el objetivo de hacer un estado más eficaz. En este sentido
se adoptaron novedades importantes:
1.
Decretos de Nueva Planta (1707 Aragón y Valencia, 1715 Mallorca, 1716 Cataluña):
Abolición de los fueros e instituciones propias de los reinos de la Corona de
Aragón. Los fueros de las provincias vascas y Navarra se mantuvieron ya
que apoyaron a Felipe V durante la Guerra de Sucesión. No sólo se
suprimieron los fueros y las instituciones (entre ellas las Cortes), en
cada uno de ellos se puso un capitán general (sustituye al virrey), y una
audiencia, y se impuso un nuevo sistema tributario. En Cataluña se trasladó la
universidad e Barcelona a Cervera, se estableció que las causas de la Audiencia
se hicieran en castellano.
2. Nuevo
modelo de administración territorial, basado en la siguiente estructura:
división del territorio en provincias (intendencias); sustitución
de los Virreyes por los Capitanes Generales como gobernadores políticos
de las provincias; las Reales Audiencias se mantienen para las
cuestiones judiciales; y siguiendo el modelo francés, se creó la figura de los
Intendentes, hombres de confianza, que actuaban como delegados de gobierno
territoriales con amplias funciones: justicia, policía, recaudar impuestos,
reclutamiento, intendencia, etc. Sirvieron para impulsar proyectos de reforma.
Finalmente, en los Ayuntamientos se mantuvieron los cargos de
Corregidor, Alcalde Mayor y Síndicos personeros del común (elegidos por el
pueblo para su defensa).
3. Los
Borbones también reformaron la administración central consolidando el
establecimiento de una plena monarquía absoluta. Se suprimieron todos los
Consejos, exceptuando el Consejo de Castilla que se convirtió en
el gran órgano asesor del rey. Se crearon las Secretarías de Despacho
(Estado, Guerra, Marina, Hacienda, Justicia e Indias), antecedentes de los
ministerios. En 1787 se establece la Junta Suprema de Estado,
antecedente del Consejo de Ministros.
- Los
consejos fueron decayendo. Algunos se suprimieron: Aragón, Italia, Flandes; al
de Estado se le ignoraba en la práctica, y el de Indias vio muy reducidas sus
competencias.
- Sólo el
Consejo de Castilla mantuvo su rango, convertido por los Borbones en una
especie de Ministerio de la Gobernación – preparaba y redactaba las leyes – sin
dejar de ser Tribunal supremo de Justicia. Su presidente era el cargo más
importante tras el rey.
4. La nueva
dinastía intensificó la política regalista, buscando la supremacía
de la Corona, poder civil, sobre la Iglesia. Además del Concordato
de 1753 que conseguía el patronato regio, o derecho de la Corona a
nombrar los cargos eclesiásticos, sobre todo las altas dignidades, como
obispos, las dos medidas principales fueron el establecimiento de un mayor
control sobre la Inquisición y, sobre todo, la expulsión de la
Compañía de Jesús adoptada por Carlos III en 1778 como consecuencia del
Motín de Esquilache.
5.
Durante el reinado de los Austrias la hacienda había tenido tres
grandes problemas: mantenimiento de un imperio en guerra, la Corona de Castilla
había soportado casi toda la carga fiscal, la mala organización de los ingresos
y de su sistema de recaudación.
Los
Borbones sanearon algo la hacienda gracias a:
a) Pérdida
de las posesiones europeas que supuso un gran ahorro.
b) La
aplicación de algunas reformas de impuestos que permitieron mayores ingresos.
Hubo intentos
no demasiado eficaces de reformar el sistema de Hacienda. Con
Felipe V,
como consecuencia de los Decretos de Nueva Planta se obligó a contribuir a la
Corona de Aragón. Se estableció una cantidad a cada reino equivalente a la que
pagaba Castilla. El impuesto tiene diferentes nombres: Catastro en
Cataluña, Equivalente en Valencia, Única Contribución en Aragón y
Talla en Baleares.
Se trató de
unificar y racionalizar el sistema de impuestos y, para ello, se llevó a cabo
el Catastro de Ensenada en 1749 en la Corona de Castilla. Este Catastro
es un censo de todas las propiedades del reino, muy útil para los
historiadores. Se buscó también la unificación monetaria,
estableciéndose el “Real de a dos”.
FUENTE HISTÓRICA: Nos encontramos ante una caricatura, que es una
especie de retrato que exagera o distorsiona la apariencia física, en este caso
de los dos grandes políticos de la Restauración Borbónica de finales del siglo
XIX, en concreto Cánovas del Castillo (artífice de tal Restauración, y jefe del
Partido Conservador y Sagasta que preside el partido Liberal; ambos se turnan
en el poder). El 1 de
diciembre de 1874, el futuro Alfonso XII firmaba el “Manifiesto de Sandhurst”
escrito por Antonio Cánovas del Castillo, en el que se defendía el régimen
político que se pretendía restaurar:
- Monarquía liberal que incorporara los derechos individuales
básicos: libertad, propiedad e igualdad jurídica.
- España unida (centralizada)
-
España tradicional (católica).
En
el Manifiesto de Sandhurst, Cánovas del Castillo proponía la restauración
borbónica de manera pacífica, sin intervención militar. Pero el general
Martínez Campos se pronunció en Sagunto el 29 de diciembre de 1874 y proclamó
al príncipe Alfonso de Borbón rey de España.
Las medidas iniciales
de Cánovas del Castillo
denotaban el carácter conservador del nuevo régimen: aplicación del Concordato,
así como la supresión de la libertad de expresión y de cátedra (enseñanza de
cada profesor).
El objetivo de Cánovas del Castillo era conseguir la
estabilidad política. Para ello se propuso:
- La pacificación de España. Puso fin a la Tercera Guerra
Carlista (1876) y suprimió los fueros vasco-navarros.
- El fin de la Guerra colonial en Cuba con la derrota de los
insurgentes cubanos. En 1878 se firmó el Convenio de Zanjón por el que el
gobierno se comprometía a abolir, de manera escalonada, la esclavitud y a
otorgar una amplia autonomía a Cuba.
- La integración política mediante la incorporación de
liberales y demócratas del Sexenio a través del Partido Liberal-Fusionista de
Práxedes Mateo Sagasta, quien aceptó la restauración borbónica.
- El alejamiento del ejército de la vida pública, limitando
su actuación a las funciones profesionales de defensa e integridad territorial.
- La elaboración de un nuevo ordenamiento jurídico-político:
la Constitución de 1876.
El sistema canovista
El creador del régimen de la Restauración fue Cánovas del
Castillo, político conservador admirador del modelo inglés de alternancia
pacífica entre grandes partidos.
Después de promulgada la Constitución de 1876, pacificada
España e integrados los liberales en el nuevo régimen, Cánovas del Castillo
ideó el turno de partidos como vía pacífica para acceder al poder haciendo
innecesario el pronunciamiento militar.
Los dos
grandes partidos que debían alternarse en el gobierno eran:
- Partido Conservador de Cánovas del Castillo, que contaba
con el apoyo de la clase alta –oligarquía agraria, alto clero-.
- Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta, contaba con el
apoyo de la clase media.
El instrumento para hacer efectivo el turno de partidos era
el falseamiento del proceso electoral, basado en el reparto previo de las
circunscripciones (encasillado), el fraude electoral y el caciquismo.
-El sistema político:
Características: la idea era que la existencia histórica de una
constitución interna que expresaba el buen entendimiento entre la monarquía y
las Cortes. Para asegurar ese sistema se debía aprobar una nueva constitución
(Constitución 1876), se respetaría la alternancia entre partidos políticos de
dos grandes opciones (que el rey interpretando el estado de la opinión pública
facilitaría la alternancia) ya que el sistema de elección estaba corrupto. Los
partidos que entraran en lo que él llamaba: "Partidos legales" debían
respetar las libertades políticas individuales y el orden social. Integraba a
moderados y a constitucionalistas de Sagasta, excluyendo a radicales de Ruiz
Zorrilla y republicanos. El nuevo régimen se enfrenta con éxito a tres
problemas inmediatos: acabar con la guerra carlista (aumentando los efectivos
militares, toma de Estella y Alfonso XII entra en Pamplona, Carlos VII pasa a
Francia), finalizar la guerra de Cuba-medidas políticas de Martínez Campos,
condujeron a la Paz de Zanjón (autonomismo que las familias con intereses en la
isla impidieron, lo que provocó el independentismo de José Martí), y la
pacificación interior mediante un sistema político inspirado en el modelo
británico y basado en la existencia de dos instituciones representativas y
depositarias de la soberanía y la tradición histórica: la monarquía y las
Cortes, y en una Constitución escrita, la de 1876.
El sistema se fundamenta en el
pragmatismo, transigencia, compromiso y constitución histórica que legitima la
organización del país.
-Funcionamiento del Sistema: turno
de partidos de notables, cuya organización coincidía con la parlamentaria, no
tenían estructura y base electoral estable, bajo criterio del rey (desde 1874 a
1881 gobernó Cánovas y su partido y desde 1881 Sagasta). Uno y otro partido son
fruto de la unión de los distintos grupos liberales del período anterior.
Sagasta más librecambista. El funcionamiento de este sistema bipartidista tuvo
siempre dos males que lo deformaban. La existencia del caciquismo y el fraude
electoral o pucherazo.
Aumentó el poder civil
respetando la organización militar (figura del rey-soldado) configurando un
sistema al margen de las apetencias de los militares.
-La oposición al sistema: la constituían partidos
y grupos que habían quedado al margen del sistema: 1.Republicanos: divididos y
desplazados tras el golpe de Pavía, control político de Cánovas que los
mantiene al margen de la legalidad y en el exilio (Salmerón, Ruiz Zorrilla),
alternaron entre la vía revolucionaria con apoyo militar y la vía electoral al
que acudían unidos. 2. Carlistas: exiliados tras las derrotas de las guerras,
aunque volvieron cuando fueron indultados. Se mantuvieron divididos entre la
vía militar, el retraimiento y la participación electoral. 3. El movimiento
obrero: disolución de la I Internacional en 1874, se mantienen los anarquistas
de estructura federal, en 1879 se funda el PSOE (socialistas marxistas de
Madrid y Barcelona-Pablo Iglesias-).Existen atentados anarquistas-morirá el
propio Cánovas a manos de Angiolillo. En 1884 vuelve al gobierno Cánovas
incorporando a la Unión Católica de Pidal y Mon-idea de León XIII en el
Ralliement, encíclica "Cum multa" para los católicos españoles. En noviembre de 1885 muere Alfonso XII,
casado con María de las Mercedes (1878) y luego con María Cristina de Habsburgo
(1879), dejaba dos hijas y a la reina embarazada. Se había contagiado Alfonso
de tuberculosis. Por el llamado Pacto del Pardo, se promueve la REGENCIA DE MARÍA CRISTINA de HABSBURGO
(1885-1902), la dimisión de Cánovas y la llegada al poder de Sagasta.
En esta situación, con el nuevo régimen todavía sin
consolidar suficientemente, los jefes de los dos partidos turnantes, Cánovas y
Sagasta, se comprometieron en el conocido Pacto
de El Pardo, a apoyar a la Regente Mª Cristina y a mantener el sistema de
turno de partidos.
TEMA: La Segunda
República: el bienio radical-cedista. La Revolución de 1934. Las elecciones de
1936 y el Frente Popular.
Predominan
las derechas, por lo que sus enemigos lo llamarán “El bienio negro”. Se
celebran elecciones en 1933 y la ley electoral primaba a las candidaturas
triunfantes en cada circunscripción por lo que resultaba más útil formar coaliciones,
los socialistas concurrieron en solitario al igual que los republicanos de
izquierdas. Los resultados fueron: las derechas obtienen 200 escaños, de los
que 115 correspondían a la CEDA, que no se había definido como republicana, 104
escaños lo obtuvo el Partido Radical de centro y el PSOE tenía 58. El gobierno
debía ser para la CEDA, pero Alcalá Zamora tenía reservas por la actitud
antirrepublicana de la CEDA y decide darle su confianza al partido de Lerroux
(Radical), con el apoyo parlamentario de la CEDA (Gil Robles, prefería esperar
y que su grupo fuera adquiriendo experiencia política parlamentaria para luego
llegar al poder).
La primera etapa del Bienio radical-cedista (1933-1934):
El Gobierno Lerroux : desarrolló una política contraria a la
del Bienio republicano –socialista. Se paralizó la reforma agraria,
devolviéndose las tierras a los antiguos propietarios y expulsando de ellas a
los campesinos que se habían asentado; se volvió a incluir la asignación al
clero en los presupuestos del Estado; se aprobó la Ley de Amnistía que
favoreció a los militares encarcelados por el fallido golpe de Estado de 1932;
se ralentizó la construcción de escuelas y se bloquearon los Estatutos de
Autonomía.
Radicalización de derechas e izquierdas: Derechas : el aumento de la
conflictividad social en el campo y en las áreas obreras consolidó a la CEDA.
Falange Española se fortaleció fusionándose con las JONS (1934), que
practicó la violencia para conseguir sus objetivos políticos.
Izquierdas: los republicanos se aglutinaron en un nuevo
partido: Izquierda Republicana. La UGT y el PSOE, por temor al fascismo,
también se radicalizaron claramente, dando comienzo a un movimiento
revolucionario que fue especialmente grave en Asturias y Cataluña.
La Revolución de 1934:
El 4 de octubre de 1934 Alejandro Lerroux formó gobierno,
dando cabida en él a tres ministros de la CEDA. Este hecho fue tomado por el
PSOE y ERC como el triunfo de la derecha más radical, que prepararía la llegada
del fascismo, y desencadenó la insurrección que venía preparándose desde que,
en 1933, la derecha ganara las elecciones. El 5 de octubre la UGT convocó una
huelga general. La prensa de izquierdas animaba a la opinión pública a sumarse
a la insurrección, hecho que se produjo el 6 de octubre de 1934.No obstante, la
huelga fracasó en la mayor parte de España por dos motivos : por un lado, no
tuvo el seguimiento popular que esperaban las fuerzas revolucionarias y, por
otro, el ejército y la Guardia Civil reprimieron a los huelguistas.
En Cataluña, la huelga tuvo un carácter político
independentista. La noche del 6 de octubre Lluis Companys proclamó el Estat Catalá dentro de la República
Federal Española, e invitó a luchar contra el gobierno fascista, pidiendo para
Barcelona la sede del gobierno provisional de la Segunda República. Pero, tan
solo un día más tarde, el ejército acabó con la insurrección. Se suspendió la
autonomía catalana y todo su gobierno fue acusado de rebeldía.
La insurrección contra el gobierno solo triunfó en Asturias.
Con el fin de socializar los medios de producción, socialistas, anarquistas y
comunistas firmaron la Alianza Obrera. Miles de obreros armados consiguieron
ocupar toda Asturias y proclamaron la Revolución Socialista de los Consejos
Obreros. Para sofocar la insurrección el Gobierno envió unidades de la Legión y
de los Regulares estacionadas en Marruecos bajo el mando del general Francisco
Franco. El 18 de octubre la insurrección estaba totalmente controlada. Hubo más
de mil muertos, miles de encarcelados y fueron muchas las sentencias a la pena
de muerte – aunque finalmente el Gobierno indultó a muchos detenidos.
Segunda etapa del Bienio radical-cedista (1934-1936).
La revolución de octubre de 1934 motivó un endurecimiento de
la política del gobierno.
Se suspendió el Estatuto de Cataluña y se aprobó una nueva
Ley de Reforma Agraria, que detuvo el proceso de entrega de tierras y
asentamiento de los campesinos. El gobierno era débil y estaba en crisis
permanente por las luchas internas entre el Partido Radical y la CEDA. Los radicales
tenían que gobernar con José María Gil Robles a pesar de que no estaban de
acuerdo con su política. La tarea de gobierno fue desgastando a la CEDA y
surgió a su derecha otro partido político, el Bloque Nacional, dirigido por
José Calvo Sotelo, de orientación monárquica y autoritaria.
En el campo militar, Gil Robles llevó a cabo una serie de
cambios en los mandos militares, ocupados por militares poco o nada partidarios
de la república, como el general Fanjul, nombrado subsecretario del ministerio,
el general Franco, jefe del Estado Mayor y el general Mola, jefe del ejército
de Marruecos.
En octubre de 1935, el escándalo del estraperlo– juegos de
azar autorizados mediante soborno a algunos políticos radicales – supuso la
crisis definitiva del gobierno, ya que se rompió el acuerdo radical-cedista y
Alejandro Lerroux dimitió como presidente del gobierno. El escándalo del estraperlo (dos extranjeros, Straus y Perlo,
obtuvieon permiso, previa entrega de numerosos regalos a políticos radicales,
para instalar en el Casino de San Sebastián un sistema de juego de ruleta que
garantizaba ganancias seguras a los propietarios. En adelante la palabra
estraperlo en España sería sinónimo de ganancia ilícita.) ( Niceto Alcalá
Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones para febrero de 1936.
Las elecciones de 1936
y el Frente Popular
En las elecciones del 16 de febrero de 1936 los partidos de
izquierda y nacionalistas se agruparon en el Frente Popular, que hizo una
campaña electoral con un programa reformista:
Recuperar los grandes cambios del bienio
republicano-socialista.
Conceder la amnistía para los represaliados por la Revolución
de Octubre de 1934.
El Frente Popular
estaba integrado por :
Izquierda Republicana (Manuel Azaña).
Unión Republicana (Diego
Martínez Barrio).
PSOE (Largo Caballero e Indalecio Prieto).
PCE (Partido Comunista de España: Dolores Ibarruri).
Federación Nacional de Juventudes Socialistas.
Partidos Sindicalista.
POUM (Partido Obrero Unificado Marxista).
Los anarquistas no se unieron al Frente Popular pero apoyaron
sus candidaturas. En Cataluña se presentó el Front d’Esquerres de Cataluña,
liderado por ERC, de Lluis Companys.
La derecha también se presentó unida en numerosas
circunscripciones. La CEDA hizo campaña presentando al Frente Popular como el
fin de la Segunda República. Los resultados electorales dieron el triunfo, en
número de escaños al Frente Popular. El primer gobierno del Frente Popular,
presidido por Manuel Azaña, estaba formado por Izquierda Republicana y Unión Republicana.
Sus primeras actuaciones se ajustaron a lo pactado entre las fuerzas que
lo integraban: Se decretó la amnistía para todos los represaliados de la
Revolución de Octubre de 1934 – aunque en muchas ciudades hubo personas que
fueron excarceladas antes de que se firmase el decreto de amnistía y a las que
se les devolvieron sus puestos de trabajo.
Se restauró el Estatuto de autonomía de Cataluña. Tras su
liberación, Lluis Companys volvió a ocupara la presidencia de la Generalitat.
Se aprobó en referéndum el Estatuto de Galicia y se empezó a
discutir el del País Vasco en las Cortes. Se retomó la reforma agraria de 1932.
El Congreso destituyó al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora,
y el 10 de mayo de 1936 fue elegido Manuel Azaña como nuevo presidente de la
República. Manuel Azaña quiso contar en el nuevo gobierno con el proyecto de
los socialistas moderados de Indalecio Prieto, pero el grupo parlamentario
socialista se negó a ello. El nuevo gobierno, presidido por el republicano
Santiago Casares Quiroga, se formó el 13 de mayo de 1936 sin la
participación del PSOE. Durante la primavera de 1936 la vida política y social
española se deterioró y aumentaron el terrorismo y los enfrentamientos
violentos entre la izquierda y la derecha.. Francisco Largo Caballero, del
sector radical del PSOE, optó por la revolución socialista. Desde marzo de
1936 varios generales, bajo la dirección de Emilio Mola venían preparando un
golpe de Estado contra el gobierno del Frente Popular. El general Francisco
Franco, que había sido nombrado por el anterior gobierno radical-cedista Jefe
del Estado Mayor, suponía igualmente un peligro para la Segunda República. La
lucha política en las Cortes llegaba, pues, a la calle, a las organizaciones
políticas y a los cuarteles. El orden público era alterado por enfrentamientos
callejeros, en los que caían asesinados militantes de las distintas tendencias
y la oleada de huelgas parecía incontrolada, mientras la revolución campesina
procedía a la ocupación de tierras. Calvo
Sotelo denunciaba al Gobierno en las Cortes, mientras él mismo era acusado
de provocar con sus protestas una intervención militar .Para prevenir esta
posibilidad el Gobierno alejó a los generales sospechosos: Mola fue enviado a
Pamplona; Franco, a Canarias y Goded, a Baleares. Los últimos días de la
Segunda República fueron convulsos y constituyen el preludio de la Guerra
Civil. El desencadenamiento último de la Guerra Civil fueron dos asesinatos :
el del teniente de la guardia de asalto José
del Castillo,el 12 de julio de 1936 – por extremistas de derechas – y el
asesinato del diputado de derechas
José Calvo Sotelo, el 14 de julio de 1936, por las fuerzas de
seguridad. La muerte del líder de la derecha aceleró la intervención militar, y
el 17 de julio las tropas de la
Comandancia de Melilla se sublevaron contra el Gobierno.
OPCIÓN B
CUESTIONES:
1.Al-Ándalus:
la organización económica y social.
La Economía
La España musulmana supuso importantes cambios en el terreno
económico.
En la agricultura
los musulmanes impulsaron la práctica del regadío, con novedades tan
significativas como la noria, al tiempo que difundieron cultivos como los
cítricos, el arroz, el algodón o el azafrán. No obstante, los cultivos
principales de las tierras hispanas siguieron siendo los mismos que en la época
romano-visigoda: los cereales, la vid y el olivo. En la ganadería, el descenso de la cabaña
porcina por la prohibición coránica, se compensó con el desarrollo del ganado
ovino o equino. La apicultura vivió un desarrollo espectacular. En la minería sobresalió la extracción de
plomo, cobre, cinabrio y oro, que se obtenía del lavado de diversos cursos
fluviales. La producción de manufacturas
se desarrolló fuertemente, en especial la producción textil, en la que
destacaron los brocados cordobeses o los tejidos de Zaragoza. La
cerámica, las armas, la fabricación de papel y de vidrio, y el trabajo de las
pieles y los metales preciosos tuvieron presencia en las ciudades de
Al-Andalus. En cuanto al comercio,
actividad muy elogiada en los propios textos coránicos, se vio favorecido por
la acuñación de dos tipos de monedas, el dinar de oro y el dirhem de
plata, y por la densa red viaria heredada de tiempos romanos. El comercio
interior se efectuaba en el zoco de las ciudades, donde ocupaban un
puesto privilegiado los bazares, centros en los que se vendían productos de
gran calidad. En los zocos también había alhóndigas, centros que servían
para almacenar mercancías, así como para alojar a los comerciantes que venían
de fuera.
Al-Ándalus mantuvo también un intenso comercio
exterior, tanto con los restantes países islámicos como con la Europa
cristiana. Exportaba, ante todo, productos agrícolas (aceite, azúcar, higos,
uvas), minerales y tejidos, e importaba especias y productos de lujo del Próximo
Oriente; pieles, metales, armas y esclavos de la Europa cristiana; y oro
y esclavos negros procedentes del territorio africano de Sudán.
La Sociedad:
Aunque la mayor parte de la población de Al-Andalus vivía en
el medio rural, las ciudades tuvieron una gran importancia, algo que
contrastaba fuertemente con el panorama de la España cristiana durante los
siglos VIII al XI. Las ciudades
andalusíes se desarrollaron en su gran mayoría a partir de las existentes en
los tiempos romano-visigodos. Pero los musulmanes también crearon ciudades
nuevas, como Almería, Madrid o Calatayud. Córdoba, que en la época califal,
llegó a contar con más de 100.000 habitantes, cantidad muy considerable en
aquella época.
En la cúspide de la sociedad andalusí estaba la aristocracia (jassa), en su mayor
parte integrados por familias de origen árabe, aunque también figuraban en ella
algunos linajes de ascendencia visigoda. Este grupo social poseía grandes
dominios territoriales y la ocupaba los altos puestos en la administración. En
el otro extremo de la sociedad se hallaban las clases populares (amma),
formadas por artesanos modestos y labriegos, en su mayor parte bereberes del
Norte de África y muladíes.
También existió lo que podríamos denominar una clase media,
formada esencialmente por los mercaderes. En Al-Andalus había esclavos procedentes de Europa
oriental y del centro de África. Hay que destacar, por último, la evidente
situación de inferioridad que padecían las mujeres en con respecto a los
hombres. Los hispanovisigodos
se dividían en muladíes
(los más numerosos) que eran cristianos convertidos al Islam (y así no pagaban
el dimni o tributo) y mozárabes,
cristianos muy arabizados (empeoran sus condiciones cuando llegan los imperios
norteafricanos a Al-Andalus). También había judíos, generalmente en las ciudades con oficios especializados
(médicos, prestamistas, etc.). Había esclavos. Inferioridad de la mujer.
2. Diversidad cultural en los reinos cristianos en la edad
media: cristianos, musulmanes y judíos.
Durante la Edad Media, a la vez
que la guerra y el enfrentamiento, tuvo lugar la coexistencia y la fusión entre
las tres culturas y religiones presentes en la península: la cristiana, la
musulmana y la judía.
Hasta el siglo X, la España islámica
fue culturalmente muy superior a los reinos cristianos. Sólo los monasterios,
como el de Ripoll o Sahagún, preservaron y trasmitieron la cultura mediante la
copia y conservación de libros.
En el siglo IX tuvo lugar un hecho
clave: el descubrimiento de los restos del apóstol Santiago. Nació así la Ruta
Jacobea de peregrinación. El Camino de Santiago se
convirtió en una ruta clave en la difusión cultural. Llegaron modelos
literarios, como los cantares de gesta, y estilos artísticos, como el románico
y el gótico. La influencia cultural también tuvo lugar en sentido contrario y
las aportaciones culturales de los reinos cristianos hispanos y la influencia
de la cultura hispanomusulmana llegaron al resto de Europa.
A partir del siglo XI se inicia un
fuerte desarrollo cultural paralelo a la formación de las lenguas romances:
castellano (Cantar del
Mio Cid, 1207), gallego, portugués, catalán-valenciano. En el s.
XIII aparecieron las Universidades (Salamanca, 1218).
El puente cultural entre mundo
islámico y cristiandad fue la prestigiosa Escuela de
Traductores de Toledo que alcanzó su apogeo con
Alfonso X el Sabio (s. XIII). Allí colaboraron
cristianos, musulmanes y judíos que traducían del árabe al latín y, luego,
directamente al castellano. La Escuela fue muy importante en la difusión en la
península y europea de las obras científicas, filosóficas y literarias de
griegos, romanos y orientales.
3.La organización del Estado: Instituciones de gobierno.
Con los Reyes Católicos
protagonizaron una gran labor de fortalecimiento del poder de los
monarcas. La tarea, iniciada durante los años de la guerra civil en
Castilla, continuó a lo largo de todo su reinado. Isabel y Fernando pusieron
fin al conflicto entre poder nobiliar y poder real que había caracterizado a la
Baja Edad Media. Con los Reyes Católicos la autoridad de los monarcas fue
restaurada y se consolidaron las instituciones de gobierno y la hacienda
pública.
La reorganización del sistema
de Hacienda fue una primera y necesaria medida de los monarcas.
Adoptada en las Cortes de Toledo de 1480, se revisaron las mercedes (concesiones
a los nobles) efectuadas durante el reinado de Enrique IV. Esta medida, que
perjudicó esencialmente a los nobles que habían apoyado a Juana "la
Beltraneja", permitieron a los monarcas rescatar más de la mitad de sus
rentas
En 1476, en las Cortes reunidas en
Madrigal de las Altas Torres, se aprobó la constitución de la Santa
Hermandad. Organismo policial y judicial, que ejercía también una
importante labor en la recaudación de impuestos. La Santa Hermandad fue clave
en la restauración de la paz y el orden en el reino.
En 1480 se reorganizó el Consejo
Real, dando el papel central a los letrados, salidos de
las Universidades con sólida formación jurídica. Los nobles quedaron relegados
a un papel meramente consultivo.
El poder real también se reforzó en
el ámbito local con la generalización de los corregidores. Delegados del
poder de los monarcas en villas y ciudades, presidían los ayuntamientos y
tenían funciones judiciales y policiales.
Otras medidas importantes fueron el
control real de las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava,
Alcántara) y el fortalecimiento de la administración de la justicia, con dos
Reales Chancillerías, sitas en Valladolid y Granada.
En la Corona de Aragón, debido a su
tradición política "pactista" el poder monárquico
tuvo muchas más dificultades en fortalecerse. No obstante, el poder de los
lugartenientes generales, importantes por las frecuentes ausencias de
Fernando I, fueron reforzados.
4.La monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica.
Felipe II fue hijo del emperador
Carlos V y de Isabel de Portugal. Desde muy joven fue preparado para desempeñar
su cargo de rey.
Tras la abdicación de Carlos I en 1556 gobernó el imperio integrado por los reinos y territorios de Castilla, Aragón, Navarra, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, toda la América descubierta y Filipinas. A estos vastos territorios se le unió Portugal y su imperio afroasiático en 1580. Con Felipe II (1556-1598) la hegemonía española llega a su apogeo. Carlos I había cedido en su abdicación a su hermano Fernando el Imperio Alemán y las posesiones de los Habsburgo en Austria. En adelante, dos ramas de la misma dinastía gobernarán en Madrid y Viena.
Tras viajar por Italia, los Países Bajos. Felipe II se asentó en la nueva capital, Madrid, desde donde gobernó con plena dedicación su enorme imperio. A diferencia de lo que ocurrió con su padre Carlos I, con Felipe II el centro de gravedad del Imperio se asentó en la península, especialmente en Castilla.
Los principales problemas internos del reinado de Felipe II fueron la muerte en 1568 del príncipe heredero Carlos, que había sido arrestado debido a sus contactos con los miembros de una presunta conjura sucesoria promovida por parte de la nobleza contra Felipe y la poderosa figura de su secretario Antonio Pérez, quien finalmente fue destituido y acusado de corrupción. Huyó del país y se convirtió en un activo propagandista contra Felipe II. Apoyado por los enemigos exteriores del rey, fue un elemento clave en la formación de la "Leyenda Negra".
Sus sucesivos matrimonios fueron parte importante de su política exterior. Se casó por con María de Portugal en 1543 y, tras su muerte, con María I Tudor, reina de Inglaterra, en 1554. La pronta muerte de la reina que trajo de volver al catolicismo en la isla, llevó a que Felipe se casara con la francesa Isabel de Valois en 1559. Al quedarse nuevamente viudo y sin herederos varones, se casó por cuarta vez, en 1570, con su sobrina Ana de Austria, madre del sucesor al trono español, Felipe III.
La idea de la unidad religiosa marcó la política de Felipe II. No dudó en intervenir ante la amenaza de las incursiones berberiscas y turcas en las costas mediterráneas. Felipe II obtuvo una gran victoria, aunque no la definitiva, en la batalla de Lepanto en 1571. En el interior peninsular el monarca reprimió duramente las sublevaciones moriscas como, por ejemplo, en las Alpujarras granadinas.
En Europa se enfrentó con Francia por el control de Italia (Nápoles y el Milanesado). La paz en Cateau-Cambrésis en 1559 fue favorable a los intereses españoles en la península italiana.
Tras la muerte de su esposa María Tudor, las relaciones se hicieron cada vez más hostiles con Inglaterra, que apoyaba a los rebeldes protestantes en los Países Bajos. El intento de invadir la isla en 1588 con la Armada Invencible acabó con un gran fracaso que inició el declive del poder naval español en el Atlántico.
Felipe II no pudo acabar tampoco con el conflicto político (mayor autonomía) y religioso (revuelta calvinista) generado en los Países Bajos. Ninguno de los sucesivos gobernadores pudieron impedir que la rebelión se asentara y llevara finalmente en el siglo XVII a la independencia de las Provincias Unidas (actuales Países Bajos)
Uno de sus mayores triunfos fue conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar, tras morir sin descendencia el rey portugués Sebastián.
Tras la abdicación de Carlos I en 1556 gobernó el imperio integrado por los reinos y territorios de Castilla, Aragón, Navarra, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, toda la América descubierta y Filipinas. A estos vastos territorios se le unió Portugal y su imperio afroasiático en 1580. Con Felipe II (1556-1598) la hegemonía española llega a su apogeo. Carlos I había cedido en su abdicación a su hermano Fernando el Imperio Alemán y las posesiones de los Habsburgo en Austria. En adelante, dos ramas de la misma dinastía gobernarán en Madrid y Viena.
Tras viajar por Italia, los Países Bajos. Felipe II se asentó en la nueva capital, Madrid, desde donde gobernó con plena dedicación su enorme imperio. A diferencia de lo que ocurrió con su padre Carlos I, con Felipe II el centro de gravedad del Imperio se asentó en la península, especialmente en Castilla.
Los principales problemas internos del reinado de Felipe II fueron la muerte en 1568 del príncipe heredero Carlos, que había sido arrestado debido a sus contactos con los miembros de una presunta conjura sucesoria promovida por parte de la nobleza contra Felipe y la poderosa figura de su secretario Antonio Pérez, quien finalmente fue destituido y acusado de corrupción. Huyó del país y se convirtió en un activo propagandista contra Felipe II. Apoyado por los enemigos exteriores del rey, fue un elemento clave en la formación de la "Leyenda Negra".
Sus sucesivos matrimonios fueron parte importante de su política exterior. Se casó por con María de Portugal en 1543 y, tras su muerte, con María I Tudor, reina de Inglaterra, en 1554. La pronta muerte de la reina que trajo de volver al catolicismo en la isla, llevó a que Felipe se casara con la francesa Isabel de Valois en 1559. Al quedarse nuevamente viudo y sin herederos varones, se casó por cuarta vez, en 1570, con su sobrina Ana de Austria, madre del sucesor al trono español, Felipe III.
La idea de la unidad religiosa marcó la política de Felipe II. No dudó en intervenir ante la amenaza de las incursiones berberiscas y turcas en las costas mediterráneas. Felipe II obtuvo una gran victoria, aunque no la definitiva, en la batalla de Lepanto en 1571. En el interior peninsular el monarca reprimió duramente las sublevaciones moriscas como, por ejemplo, en las Alpujarras granadinas.
En Europa se enfrentó con Francia por el control de Italia (Nápoles y el Milanesado). La paz en Cateau-Cambrésis en 1559 fue favorable a los intereses españoles en la península italiana.
Tras la muerte de su esposa María Tudor, las relaciones se hicieron cada vez más hostiles con Inglaterra, que apoyaba a los rebeldes protestantes en los Países Bajos. El intento de invadir la isla en 1588 con la Armada Invencible acabó con un gran fracaso que inició el declive del poder naval español en el Atlántico.
Felipe II no pudo acabar tampoco con el conflicto político (mayor autonomía) y religioso (revuelta calvinista) generado en los Países Bajos. Ninguno de los sucesivos gobernadores pudieron impedir que la rebelión se asentara y llevara finalmente en el siglo XVII a la independencia de las Provincias Unidas (actuales Países Bajos)
Uno de sus mayores triunfos fue conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar, tras morir sin descendencia el rey portugués Sebastián.
La Unidad Ibérica:
En 1578 moría el rey Sebastián I de Portugal en
la batalla de Alcazarquivir. El rey carecía de descendencia y varios candidatos
aspiraban al trono que detentaba la dinastía Avis.
Felipe II, rey de España ytío del fallecido y descendiente
directo del rey Manuel I de Portugal por línea
directa, reclamó sus derechos al trono.
Parte importante de la nobleza y los grandes comerciantes
portugueses favorecía la pretensión española. La unión ibérica podía
traer importantes beneficios políticos y económicos. Las clases populares
portuguesas, sin embargo, no veían con buenos ojos la anexión a España.
Finalmente, Felipe II decidió la invasión de Portugal que
encargó al Duque de Alba. Las tropas castellanas llegaron a Lisboa sin
encontrar apenas resistencia.
Finalmente las Cortes portuguesas reunidas en Tomar
proclamaron rey a Felipe II en1581. El que sería conocido como Felipe
I de Portugal permaneció tres años en Lisboa.
Para conseguir la anexión,
Felipe se comprometió a mantener y respetar los fueros, costumbres y
privilegios de los portugueses. También se comprometió a mantener en sus cargos
a todos los funcionarios de la administración central y local. También se
comprometió a mantener a todos los efectivos de las guarniciones y armadas que
controlaban el imperio portugués.
Se creó un Consejo de Portugal y se
suprimieron las aduanas con Castilla.
La anexión significó la unión de dos enormes imperios.
Las posesiones portuguesas en Brasil, África y Asia pasaron al Imperio de Felipe
II. Un imperio “en donde nunca se ponía el sol”.
5. Los
Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos.
El siglo XVII asiste al fin de la
hegemonía internacional y militar de los Austrias, así como al inicio de una
significativa crisis económica, demográfica y social. En contraposición a los
Austrias Mayores (Carlos I y Felipe II), se desarrollan ahora los reinados de
los Austrias Menores (Felipe III, 1598-1621; Felipe IV, 1621-1665 y Carlos II,
1665-1700), denominados así por su escaso peso político si lo comparamos con el
de sus predecesores. En los 3 casos los monarcas contaron para su gobierno con
la ayuda de un favorito, valido o ministro que les asesoraban en la toma de
decisiones. En contra de lo que se ha señalado en ocasiones, la aparición de
estos validos no fue exclusivamente producto de la incompetencia de los
monarcas españoles, sino que se trató de una figura extendida en varios países
europeos, pudiendo destacar la del cardenal Richelieu como favorito de Luis
XIII de Francia. El cargo de valido no era institucional, sino fruto de un
nombramiento y, en líneas generales, este sistema de gobierno se tradujo en un
distanciamiento muy grande entre el rey y sus vasallos y en la desconfianza de
las oligarquías locales hacia la corona misma. Los 3 Austrias Menores contaron
con sus respectivos validos y no estuvieron exentos de graves problemas
internos:
-Felipe III (1598-1621), rey
al que los biógrafos atribuyen cierta pereza, contó con el Duque de Lerma, cuya
medida interna más destacada fue la expulsión de los moriscos (1609 y 1614)
acusados de falsos conversos. Esta disposición afectaría gravemente a la
economía agraria levantina, región en la que los moriscos significaban un tercio
de la población.
-Felipe IV (1621-1665), más
centrado en su sensibilidad artística, confió en el Conde-Duque de Olivares,
que intentó consolidar el poder absoluto del monarca sobre los reinos a través
de un proyecto conocido como la “Unión de Armas”, que pretendía crear un
ejército reclutado y mantenido por cada reino en función de sus recursos
demográficos y económicos. Su política encontraría especial oposición en
Cataluña y Portugal. En Cataluña explotó una rebelión de campesinos en 1640 que
no pudo ser sofocada hasta 1652 y en Portugal, entonces unida a España, estalló
una insurrección también en 1640 que concluiría en 1668 con el reconocimiento
de la independencia del reino portugués. Tras la destitución de Olivares en
1643 se produjeron también tumultos en distintos puntos de la Corona de Aragón,
Valencia y Andalucía ocasionados por diferentes motivos económico-sociales.
-Carlos II (1665-1700),
monarca con limitaciones físicas y psíquicas, contó con Juan José de Austria,
el Duque de Medinaceli y el Conde de Oropesa, los cuales se centraron en la
aplicación de medidas políticas y económicas. Durante su reinado renacieron los
disturbios sociales en puntos como Cataluña (revuelta campesina de los barretines),
Valencia (Segunda Germanía contra los señores y las gravosas rentas) y
en Valladolid y Madrid (en sendos lugares debido a la falta de pan que
desencadenaría motines como el de los gatos en la capital).
6.La
España del siglo XVIII: Evolución de la política exterior en Europa.
Las grandes
líneas de la política exterior española arrancan de la difícil situación creada
tras el Tratado de Utrecht. La política exterior se planteó los siguientes
objetivos: recuperar Gibraltar y Menorca, territorios españoles en manos
británicas, y conseguir establecer para príncipes de la familia Borbón en los
territorios italianos perdidos. Para ello, la política exterior española se
basó en la alianza con Francia, concretada en varios Pactos de Familia, y
el enfrentamiento con Inglaterra en el Atlántico ante la amenaza británica a
las posesiones españolas en las
Indias.
La política
exterior de Felipe V (1700-1756) se dirigió a la recuperación de los
territorios italianos. Ante el fracaso de los primeros intentos en solitario se
optó por la alianza con Francia. Esta alianza se concretó en el Primer
Pacto de Familia (1734) y el Segundo Pacto en 1743. Fruto de estos
pactos fue la participación apoyando los intereses franceses en la Guerra de
Polonia (1733-1738) y en la Guerra de Sucesión de Austria (1743-1748). Como
resultado de esta intervención Felipe V consiguió que el infante Carlos, el
futuro Carlos III de España fuera coronado Rey de Nápoles y Sicilia y que
el infante Felipe fuera nombrado Duque de Parma.
Con Fernando
VI (1746-1759), el gobierno español adoptó una política exterior de
neutralidad, equidistante entre Londres y París. En ese periodo se renovó la
armada.
Carlos III
(1759-1788) volvió a la alianza con Francia y firmó el Tercer Pacto de
Familia
(1761) y a la participación de España en la guerra de los Siete Años (1761). La
victoria británica, junto a su aliada Portugal, llevó a firma del Tratado de
París (1763) por el que cedimos Florida a Inglaterra y Sacramento a Portugal.
Para compensar esas pérdidas Francia nos cedió Luisiana. De nuevo en América,
España junto a Francia apoyó a los rebeldes norteamericanos contra Inglaterra.
La derrota británica llevó a la firma del Tratado de Versalles (1783) lo
que permitió la recuperación de Menorca, Florida y Sacramento.
La política
exterior de Carlos IV (1788-1808) estuvo completamente marcada por la
Revolución Francesa y nos llevó a la trágica guerra de la Independencia contra
Napoleón en los inicios del siguiente siglo.
FUENTE HISTÓRICA: Nos encontramos ante un cuadro de triple
entrada, publicado por el BOE el 22 de diciembre de 1978 sobre los resultados
sobre la consulta en Referéndum (que es un procedimiento jurídico por el que se
somete a voto popular la ratificación de
la primera constitución democrática tras la dictadura de Franco, el 6 de
Diciembre de 1978). Observamos en la columna izquierda el número de votantes,
votos a favor y en contra, las papeletas de voto nulas, en blanco y abstención;
y en la columna de la derecha el porcentaje. Mediante un decreto-ley se convocan elecciones
generales a Cortes constituyentes: se establece el bicameralismo, un
sistema de representación de proporcionalidad corregida, la provincia como
circunscripción electoral, la financiación de la campaña electoral, etc. El 15
de Junio de 1977 se llevaron a cabo las primeras elecciones democráticas desde
1936, formando gobierno la UCD de acuerdo con los resultados electorales. Las
nuevas Cortes, legislativas y constituyentes a la vez, aprobaron una Constitución
nueva que fue sometida a referéndum popular en diciembre de 1978, y
fue aprobada por el 87,87% de los votos emitidos (58,97 %), abstención alta, a
pesar que la mayoría de edad se había establecido a los 18 años. La democracia
adquiría su legitimación. El largo proceso constituyente dio como resultado una
constitución no partidista que pudo ser aceptada por la mayoría del país. Es un
texto rígido e incompleto, puesto que debía ser desarrollado por leyes
orgánicas, y en el que había fuertes influencias de otras constituciones, como
la de 1931, fundamentalmente en la regulación de las autonomías, la alemana en
lo relativo al Estado Social y Democrático de Derecho y el mecanismo que
garantiza la estabilidad gubernamental; la portuguesa, la francesa y los
estados nórdicos. Con sus 169 artículos es la más larga de la historia constitucional
española, a excepción de la de Cádiz de 1812, e incluye más materias que otros
textos anteriores. Su vaguedad y la necesidad de concretizar sus disposiciones
en leyes orgánicas posteriores, permite la gobernación del Estado por fuerzas
políticas de diferente ideología, lo que la asemeja al texto canovista de 1876.
Hay una comisión parlamentaria que la redacta por consenso, donde la corona
juega un papel casi simbólico y la iniciativa política corresponde al
presidente del gobierno que debe contar con la confianza del parlamento. Las
Cortes se dividen en Congreso de los Diputados y Senado (teniendo mayor
importancia política el Congreso, que incluso puede forzar la dimisión del
presidente, mediante una cuestión de confianza), el modelo económico es el de
una economía de mercado y los principios de un Estado del Bienestar, también se
aprueba el Estado de las Autonomías.
Principios constitucionales y desarrollo institucional:
El proyecto fue redactado por una
comisión integrada por 3 representantes de UCD (Miguel Herrero, Jose P. Pérez
Llorca, Gabriel Cisneros), uno del PSOE (Gregorio Peces Barba), uno del PCE
(Jordi Solé Tura), uno de CiU (Miguel Roca) y uno de AP (Manuel Fraga). Tras 16
meses de discusiones se redactó una Constitución que recogía las aspiraciones
más importantes de todos los grupos políticos. Aprobada por ambas cámaras y
sometida a referéndum el 6 de diciembre de 1978, fue sancionada por el rey y
entró en vigor el 29 de diciembre de 1978.
La
Constitución define a España como un Estado social y democrático y de derecho.
Se garantiza la participación de los ciudadanos a través de representantes
libremente elegidos. Se afirma la obligación del Estado a promover
el bienestar colectivo.
En
el Título primero se da una amplia declaración de derechos y libertades
individuales: abolición de la pena de muerte, derecho a la integridad física,
derecho a la seguridad, a la educación, a la Seguridad Social, libertad
religiosa, de expresión, de pensamiento, de reunión y manifestación y deber de
mantener el Estado.
Se
crea la figura del Defensor del Pueblo.
Se
definía el sistema político como una monarquía parlamentaria en la que el rey,
como Jefe del Estado, Arbitra entre las diferentes instituciones, pero carece
de poder ejecutivo. El cargo es vitalicio y hereditario. Sanciona las leyes
aprobadas en las Cortes y tiene el mando supremo de las Fuerzas Armadas.
Se
establece el principio de la división de poderes:
▪ Legislativo en las Cortes:
Congreso de Diputados y Senado (bicameral), elegido por sufragio universal,
directo y secreto, para un periodo de 4 años. Y son expresión de la soberanía
popular. Y han de legislar de acuerdo con las previsiones constitucionales. El
sistema para elegir a los diputados es el de proporcionalidad corregida-Sistema
D’Hondt: para saber más pincha en este enlace):
Cuando no hay actividad parlamentaria
existe un organismo de continuidad: la Diputación Permanente de las Cortes
Generales.
▪ Ejecutivo en el gobierno,
integrado por el Presidente, elegido por el Congreso de Diputados, los
vicepresidentes y los ministros (está regulado en los Títulos IV y V de la
Constitución. Al gobierno le compete la dirección de la política interior y
exterior, la defensa y la administración, y tiene capacidad reglamentaria para
desarrollar las leyes, para lo que cuenta con el Consejo de Estado como órgano
asesor.
▪ Judicial en jueces y
magistrados, coordinados en última instancia por el Tribunal Supremo, con
jurisdicción en toda España (la justicia emana del pueblo y se administra en
nombre del Rey), la independencia de la justicia se ha institucionalizado
mediante la creación del Consejo General del Poder Judicial como fórmula de
autogobierno. La actuación de la justicia ha de acomodarse a los criterios de
unidad jurisdiccional, publicidad, oralidad y gratuidad.
Se
crea el Tribunal Constitucional para determinar si las normas acordadas por el
Parlamento, Gobierno o Parlamentos y Gobiernos Autónomos se ajustan a la
Constitución.
Se
descentraliza el Estado al contemplarse la posibilidad de que las regiones y
nacionalidades puedan optar por convertirse en comunidades autónomas.
La forma del Estado es la Monarquía parlamentaria, quiere
decirse que el poder ejecutivo es ejercido por un gobierno responsable ante las
Cortes, que es el organismo que hace las leyes. De esta manera, los auténticos
poderes son el gobierno y los jueces, en tanto que el rey es una figura
honorífica. La soberanía nacional reside en el pueblo, con lo que el monarca es
titular de la Corona, y es el titular de un órgano del Estado y tiene las
prerrogativas que la Constitución le confiere (simbólica, arbitral y moderadora
entre otras).
En la Constitución de 1978 se crean dos organismos
permanentes que dependen directamente de las Cortes Generales, y que son el
defensor del Pueblo y el Tribunal de Cuentas (que fiscaliza las cuentas y la
gestión económica del Estado).
Otros derechos constitucionales son: derechos individuales(a
la vida, a la integridad física y moral, de conciencia, de libertad y secreto
de las comunicaciones, inviolabilidad del domicilio o de residencia y
circulación), derechos económicos (propiedad privada y de herencia, economía de
libre mercado, derecho de huelga, libre circulación de bienes y capitales,
libertad de empresa etc.), libertad religiosa, derecho a la educación y
libertad de enseñanza-enseñanza libre y gratuita: qué debe ser enseñado y quién
puede enseñar, derechos de reunión y asociación, derecho al trabajo remunerado
y sindicación y a la protección de la familia.
COMENTARIO
DE TEXTO:
No ambiciono el trono;
estoy lejos de codiciar bienes caducos; pero la religión, la observancia y
cumplimiento de la ley fundamental de sucesión y la singular obligación de
defender los derechos imprescriptibles de mis hijos y todos mis amados sanguíneos,
me esfuerzan a sostener y defender la corona de España del violento despojo que
de ella me ha causado una sanción tan ilegal como destructora de la ley que
legítimamente y sin alteración debe ser perpetuada.
Desde el fatal
instante en que murió mi caro hermano (que santa gloria haya), creí se habrían
dictado en mi defensa las providencias oportunas para mi reconocimiento; y si
hasta aquel momento había sido traidor el que lo hubiese intentado, ahora será
el que no jure mis banderas, a los cuales, especialmente a los generales,
gobernadores y demás autoridades civiles y militares, haré los debidos cargos
cuando la misericordia de Dios, si así conviene, me lleve al seno de mi amada
patria, y a la cabeza de los que me sean fieles.
Encargo
encarecidamente la unión, la paz y la perfecta caridad, No padezca yo el
sentimiento de que los católicos españoles que me aman, maten, injurien, roben
ni cometan el más mínimo exceso.
El orden es el primer
efecto de la Justicia;
el premio al bueno y sus sacrificios, y el castigo al malo y sus inicuos
secuaces, es para Dios y para la ley; y de esta suerte cumplen lo que repetidas
veces he ordenado.
Abrantes, 1 de octubre de 1833 Carlos
María Isidro de Borbón.
1. EXPLIQUE
RAZONADAMENTE EL TIPO DE TEXTO Y RESUMA LAS IDEAS FUNDAMENTALES DEL MISMO:
Se trata de
un texto histórico-circunstancial, es de fuerte carácter político, del hermano
de Fernando VII, Carlos María Isidro, aprovechando la muerte de este.
La
idea principal del documento es la justificación de la defensa de los intereses
dinásticos de Carlos María Isidro sobre el trono de España (aunque niega
abiertamente su reclamación), apoyándose en principios como la Tradición (en la
ley de sucesión) y la Religión.
Podemos además destacar las
siguientes ideas secundarias:
a.-
Las constantes referencias religiosas dentro del documento con el doble
objetivo de mantener la estrecha relación entre una monarquía absoluta y un
planteamiento religioso que la mantenga, por un lado; mientras que por otro,
también es una forma de garantizarse el apoyo de los católicos (especialmente
de los más radicales).
b.-
La fidelidad abierta mostrada hacia su hermano como elemento simbólico de la Monarquía,
y contra la cual no actuaría (ya que lo llama traición) contrasta con la
amenaza contra aquellas autoridades que no sean tan fieles como él a la
Monarquía que ahora representa.
c.-
El maniqueísmo del final del documento manifestado en la distribución de los
premios para los buenos (los que están con él, con Dios y su ley) y los
castigos para los malos (que son los que están sencillamente en contra).
2. TEMA
RELACIONADO: El reinado de Isabel II: el carlismo y guerra civil:
Al morir Fernando VII, en Septiembre de
1833, se encargó de la Regencia su viuda María Cristina, porque Isabel II, su
hija, sólo contaba tres años de edad, y simultáneamente se produjo el
levantamiento carlista que iba a provocar una guerra civil.
-Durante los años en los que se consideró
menor de edad a Isabel II (1833-1843), la responsabilidad de la Corona fue
asumida por las regencias de su madre (1833-1840) y posteriormente del general
Espartero (1840-1843).Se trata de una década dominada por la cuestión del
carlismo y por una cierta indeterminación del signo del liberalismo
gubernamental con un cambio entre moderados y progresistas.
-Las tres principales fuerzas internas
de poder liberal en la España de Isabel II, la corona, el ejército y los
partidos políticos se mostraron unidas frente a las amenazas externas:
carlistas, republicanos y las nacientes asociaciones obreras.
PROBLEMA SUCESORIO, CARLISMO Y GUERRA CIVIL:
A la muerte de Fernando VII se inicia
la primera guerra carlista (ó guerra de
los 7 años: 1833-1940), entre las fuerzas gubernamentales y los partidarios de
Carlos María Isidro, tío de la reina. Las causas del conflicto pueden resumirse
en:
-
El
problema sucesorio: Hasta el nacimiento en 1830 de Isabel, la futura Isabel II,
fruto del cuarto matrimonio de Fernando VII (con su sobrina María Cristina de
Nápoles), el hermano del rey, Carlos María Isidro, había sido el heredero.
Meses antes del alumbramiento de Isabel, Fernando VII publica la Pragmática Sanción
por la que se deroga la Ley Sálica
(ley imperante en España que no permitía el gobierno de las mujeres). Carlos
María Isidro no aceptó esta modificación legal y contó con el apoyo de los
sectores más reaccionarios, para hacerles frente Fernando VII se apoyó en los
monárquicos más moderados nombrando Jefe de Gobierno a Cea Bermúdez y desterró
a su hermano a Portugal. A la muerte del rey en mayo de 1833, con la
publicación del manifiesto de Abrantes se inicia el enfrentamiento entre
carlistas (partidarios del hermano del rey) e isabelinos (partidarios de la
hija), dando lugar a las llamadas guerras carlistas.
-
El
enfrentamiento ideológico, entre carlistas (identificados con el absolutismo) e
isabelinos (identificados, progresivamente, con los liberales).
La ideología carlista en sus
comienzos era difusa, pero terminó articulándose en torno a unas cuantas ideas
elementales:
-
Dios.-
Pretenden la restauración del poder de la iglesia y defienden una catolicismo
excluyente (se oponen a la libertad religiosa, rechazan las desamortizaciones,
defienden el mantenimiento del diezmo….) Su catolicismo fue, por encima de
cualquier otra idea, la seña de identidad esencial del carlismo.
-
Patria.-
Entendida como un conjunto de tradiciones, normas, costumbres y creencias
recibidas de los antepasados.
-
Rey.-
partidarios de la monarquía absoluta de origen divino y legitimista (solo los
varones podían reinar).
-
Fueros.-
defienden el mantenimiento de los fueros y privilegios tradicionales en el País
Vasco y Navarra, así como su recuperación en Cataluña, Aragón y Valencia
(perdidos en el siglo XVIII tras los Decretos de Nueva Planta). Por tanto,
frente a la política centralizadora liberal, defienden el foralismo según el
cual las regiones debían mantener instituciones de gobierno autónomas, sistema
propio de justicia y exención fiscal y de quintas (recordar la tradición de los
Habsburgo). (Frecuentemente se ha presentado la cuestión foral como el rasgo
más definitorio del movimiento carlista. Pero la historiografía actual
relativiza su importancia, ya que ni en todos los territorios donde arraigó el carlismo
existía una acentuada conciencia foral, ni ésta se canalizó en exclusiva a
través del carlismo). La defensa de la cuestión foral dio un gran apoyo popular
al carlismo en dichas regiones.
-
Inmovilismo.-
Se oponen a cualquier reforma, tanto política como económica, rechazan todas
las novedades del mundo moderno y se resisten al avance de la industrialización
y del capitalismo.
Apoyos: El bando carlista dominó en
áreas rurales, especialmente en el País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña y el
Maestrazgo. A nivel social obtuvo el apoyo de la pequeña nobleza rural, el bajo
clero y gran parte del campesinado (de alguna manera de sectores que
consideraban que las posibles reformas de los liberales les podían perjudicar).
Por su parte a los isabelinos les apoyan los habitantes de las ciudades, los
grupos dirigentes en general (alta nobleza, alto clero, altos mandos del
ejército…) y los intelectuales.
La primera guerra carlista fue, ante
todo, una guerra civil pero tuvo también una proyección exterior: las potencias
absolutistas (Austria, Rusia y Prusia), así como el Papa, apoyaban más o menos
abiertamente al bando carlista; mientras que Inglaterra, Francia y Portugal
secundaron a Isabel II, lo que se materializó en el tratado de la cuádruple
alianza y en ayuda financiera.
La guerra tuvo cuatro etapas:
1) Primera etapa (1833-35). Al morir
Fernando VII, los carlistas intentan provocar una insurrección general del
país, al no lograrlo, se inició la guerra civil. Zumalacárregui, general
carlista, emplea con éxito las tácticas de las guerrillas y logra controlar
grandes espacios rurales (aunque fueron territorios discontinuos y no se pudo
ocupar ninguna capital). La etapa concluye con la muerte de Zumalacárregui,
durante el asedio a Bilbao.
2) Segunda etapa (1835-37): Los
carlistas realizan una serie de expediciones fuera de los núcleos que
controlaban. Aunque llegan hasta Madrid, no tienen consecuencias definitivas.
3) Tercera etapa (1837-39): campañas
victoriosas de Espartero. Con ellas, el ejército isabelino pasó a la ofensiva.
El agotamiento de los carlistas provocó su división interna entre los
intransigentes (partidarios de seguir la guerra) y los moderados (partidarios
de llegar a un acuerdo honroso). Finalmente, éstos últimos, encabezados por el
general Maroto, firman, tras la derrota de Luchana, el Convenio de Vergara (1839).
4) Cuarta etapa (1839-40): resistencia
en el Maestrazgo. El general Cabrera y sus tropas se negaron a acatar el
Convenio de Vergara y resisten hasta la caída de Morella. En julio de 1840, los
últimos reductos carlistas cruzan los Pirineos.
El contenido del Convenio de Vergara
era abiertamente conciliatorio.
-
Reinserción
de los mandos carlistas en el ejército isabelino (manteniendo su graduación
militar y su retribución).
-
Ambigua
promesa de mantenimiento de los privilegios forales vascos y navarros,
Espartero se comprometió a remitir la cuestión foral a las Cortes para su
discusión. En 1841 se aprueban varias leyes según las cuales: Navarra pierde
sus aduanas, sus privilegios fiscales, sus exenciones militares y sus
instituciones (Cortes), a cambio consiguen un sistema fiscal muy beneficioso
(pago de un cupo contributivo único anual de poca cuantía); las provincias
vascas, por su parte, pierden algunos de sus viejos y tradicionales privilegios
forales como las aduanas, pero conservan su exclusión del servicio militar
obligatorio y se establece un sistema contributivo ventajoso.
Consecuencias de la primera guerra carlista:
- Inclinación de la monarquía hacia el liberalismo. El agrupamiento de los absolutistas en torno a Carlos V convirtió a los liberales en el más seguro y consistente apoyo del trono de Isabel II.
- El protagonismo político de los militares. Ante la amenaza carlista, los militares se convirtieron en una pieza clave para la defensa del régimen isabelino. Los generales o “espadones”, conscientes de su protagonismo, se acomodaron al frente de partidos y se erigieron en árbitros de la vida política.
- Los enormes gastos de guerra. Situaron a la nueva monarquía liberal ante serios apuros fiscales, que en gran medida condicionaron la orientación dada a ciertas reformas, como por ejemplo la desamortización de Mendizábal.
- Pérdidas humanas y materiales.
Segunda Guerra Carlista (Mayo de 1846 a Junio de 1849):
algunos carlistas y liberales pretenden el matrimonio de Isabel II y don Carlos
Luis (hijo de don Carlos y conde de Montemolín), zonas sublevadas: Cataluña,
Valencia y Toledo.Coincide con la sublevación de los miguelistas en Portugal
(España manda tropas al mando del general Concha), guerra de los Martiners en
Cataluña, Cabrera vuelve a España. El general Concha vence a Cabrera y pone fin
a la guerra.
Las otras guerras carlistas: 1.1855-1856. Levantamiento carlista
por el artículo de la Constitución dedicado a la religión. Zonas sublevadas:
Castilla, Santander, Aragón, el Maestrazgo, Cataluña. O´Donell logra
sofocarlos.
2. Apresamiento de 1860 en La Rápita
de Carlos de Borbón (conde de Montemolín) y su hermano Fernando, que renuncian
a sus derechos al igual que su hermano Juan de Borbón.
3.1872, Carlos VII, hijo de Juan de
Borbón, inicia la Cuarta Guerra, Dorregaray en Valencia, Ferrer en el
Maestrazgo y partidas en Cataluña, Aragón, Navarra y el País Vasco. Serrano
vence a los carlistas en Oroquieta y se firma el Convenio de Amorebieta
(respeto a los fueros).
PEDRO LÓPEZ ARNEDO (PROFESOR DE HISTORIA DE ESPAÑA).